César Sánchez: de Calp a la eternidad

Imagen: Valencia Plaza

«Bamos a votar todos a Cospedal, haber que pasa… A Soralla ni agua, aga lo que aga».

Esta consigna de César Sánchez a los suyos ante el concilio de primarias del PP ha resultado determinante para la buena suerte de nuestro conducator. Denostado por los sorayos valencianos y alicantinos —que están de él hasta el copete—, no tuvo otra el de Talayuela que apoyar una alternativa que le permitiera salvar el pescuezo político a corto plazo. Prietas las filas en Calp, se votó primero a Cospedal, luego se abrazó a Casado y, llegado el caso, se habría apoyado a quien hubiese hecho falta para salvar los trastos. No había otra: tanto daba si María Dolores pecaba de democristiana como si Pablo de ultraderechista, los principios y las ideologías son para quien traiga los garbanzos.

Ya escribimos hace tres semanas que la jugada de César no era mala, a fuer de arriesgada, y le ha salido bien. Aparentemente. Como sucede en los cuentos chinos, las situaciones que pintan favorables pueden ocultar en ocasiones un desenlace de signo bien distinto. El tiempo termina por ordenar la secuencia de los hechos y pone cada cosa en el lugar que le corresponde. Veremos qué sucede con Pablo Casado y sus chanchullos académicos. Quien tenga dos dedos de frente sabe perfectamente lo que ha pasado con su máster y con aquel grado que dejó apañado en un verano. Liderazgo no sé, pero rostro al de Ávila le sobra un rato.

La Derecha española anda muy dividida. En tres pedazos. A quien se le ocurrió impulsar en su día una formación política como Ciudadanos se le fue la mano. Ciudadanos nació para dar respuesta a la «Nueva Política» surgida tras los cantos de sirena del 15M y las chuflas de Pablo Iglesias. Se constituyó como una marca blanca que sirviera para encalar las fachadas de una derecha en decadencia, socialmente insensible y en corrupción rampante. Rota y sucia la gaviota, Ciudadanos, opción salvadora para canalizar el voto de los liberales-conservadores indignados, se fue adaptando como pudo a las circunstancias del momento: formalizó un pacto de Estado con el PSOE que no cuajó, tiró para la democracia cristiana que tampoco le vino al caso, recaló en el liberalismo y de ahí en el patriota anti nacionalismo. Se ha quedado ahora en el limbo, a ver qué es lo que sucede y lo que la coyuntura aconseja. Rivera y Casado son un solo cliché, una simple fotocopia.

A quien se le ocurriera la idea de alumbrar una formación política como Ciudadanos, le habría gustado ahora poder dar un paso atrás para resetearlo y evitar así todas las grescas del fuego amigo: retrotraer la situación a cero para unir fuerzas con el PP en un «Gran Frente Nacional de Centro Derecha que ponga freno a los «radicalismos» de la Izquierda Extrema». La cosa está complicada pero igual lo intentan. A mandar. Muchas bocas y muchas tortas prometen una situación que presenta mal arreglo. Sólo donde interese se llegará a acuerdos.

César Sánchez ha salido beneficiado de los recientes acontecimientos vividos por los populares, pero le pueden fallar los tiempos: él lo sabe y no las tiene todas consigo. Le esperan en València los sorayos, con el reloj electoral en la mano y con toda la metralla preparada; saben bien los valencianos que este pardal d’olivera jamás comerá trigo limpio. Igual nos enteramos de cosas. En Madrid le han hecho hueco para la clase de tropa. A muchos nos encantaría ver a César por allí, de ministrable, con la cresta levantada y simulando modales, pero para ese puesto le sobran ambiciones y le faltan quilates. Y en Alicante, La Dipu, otro pacto más, repetir de presi: la cosa podría salir, así, así, pero no va a resultar nada fácil. Se presentan muchos frenos, muchos adversarios con ganas de echarle algunas cuentas, y demasiadas premuras.

Salvado el matchball de las primarias, quizá la vida política de César Sánchez dependa ahora y como nunca de su buena estrella, y de la mucha o poca que tenga un sujeto de tan poca consistencia como el tal Casado. De Calp a la eternidad, cuando parta el triunfador nos dejará como legado la media neurona de su sucesoria. Veremos para no aburrirnos qué se cuece en meses próximos.

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