Si algo aprendí en mi breve paso por la política, es que los principales adversarios y enemigos personales se encuentran en el propio seno del partido en que se milita. Debe de ser así por la condición humana de quienes albergan la ambición de prosperar a toda costa. Para ascender dentro de ciertas organizaciones políticas hacen falta buenos codos y buenas piernas: codos para trepar rápido y piernas para repartir las zancadillas que hagan falta. Estas habilidades obligan a que el individuo de pro se desligue de cualquier miramiento ético: el fin, más allá de los medios, se convierte en un objetivo personal irrenunciable. De esta forma, los colegas que rodean a quien pretende escalar en la jerarquía de la formación quedan repartidos entre las trincheras respectivas del «conmigo o contra mí». En estas lizas, la opción líder que obtiene un triunfo final da lugar al laminado de los oponentes y al correspondiente reparto de beneficios entre los victoriosos partidarios.
Ante las recientes primarias internas del PP, la apuesta de César Sánchez, alcalde de Calp y presidente de la Diputación de Alicante, por la candidatura de Cospedal, aunque arriesgada, no estaba tan mal traída como se afirma. César, hoy desplazado y con pocos apoyos en el sorayista PP alicantino y valenciano, calculó que dentro de la militancia del partido serían más los que se posicionaran en contra de Santamaría que los que lo hicieran a su favor. La supervivencia política agudiza el ingenio. Así ha sido. A la menina Soraya no le han faltado detractores a manta por unas actitudes que son de sobra conocidas en las porqueras del partido. Como tercera vía inesperada irrumpió Casado, triunfador de facto de la consulta, quien ha obtenido un meritorio respaldo que sólo podrá hacerse efectivo en liderazgo con el apoyo de los compromisarios de la Cospedal. Toca negociar. Los sorayos valencianos, presuntos perdedores a la larga de este proceso interno, argumentarán en su defensa que las citas electorales, autonómicas y municipales del año próximo se encuentran demasiado cercanas como para alterar el orden existente: mejor dejar todo como está, dirán, que ponerse a jugar con el fuego incontrolado de los cismas. La peonza de la política siempre da interminables vueltas, y váyase a saber por dónde se desenredarán los líos.
César Sánchez ya demostró en su día un fino olfato político al apoyar sin fisuras a Paco Camps frente a un Partido Popular local volcado con el zaplanismo. Esta adhesión le abrió las puertas de una promoción de impensables derivas. Quizá no fue su pretendida docilidad la condición que dio alas al joven político y hostelero de entonces, quizá fue ese puntito suyo, entre equívoco y melancólico, lo que tanto enloqueció a los illuminati valencianos. César Sánchez, rodeado de ellos, grandes maestros de lo público y en lo privado, comprendió pronto por experiencia propia que las cabezas humanas son como las botellas de plástico, que para poder llenarlas con algo debes asegurarte primero de que estén bien vacías. Las cabezas plenas, bien amuebladas, repugnan en política: el librepensamiento genera individuos «en exceso conflictivos». En Calp y en el seno del PP local, el apoyo a María Dolores de Cospedal ha sido abrumador, 85 de 90 militantes con derecho a voto se han inclinado por esta opción: el cesarismo se ha expresado en adhesión inquebrantable al cospedalismo. Sin fisuras. Prietas las filas. Llenas las botellas.
Entre pasión e inteligencia veremos cómo se refunda el PP tras el congreso. Será en una opción política que su propio aparato denominará como «reformista y de centro-derecha». Por lo visto, ya no hay conservadurismo, Derecha ni héroes escoriales en nuestra querida patria. Todos debieron de morirse con Franco.
Fan llàstima,ni entre ells es poden vore.
Esperem que vajen diluint-se poc a poc com un terronet de sucre.