Mañana jueves 21 de junio, a las 21 horas y en el Saló Blau de la Casa de Cultura de Calp, hablaremos de urbanismo y turismo residencial. Será con un formato de charla-coloquio, en un acto auspiciado por la Asociación Cultural Roger de Lauria y la Asociación Cultural Ecologista de Calp. Os esperamos, aunque sabemos que algunos de vosotros no acudiréis a la cita por imposibilidad de horario o, simplemente, para no dejaros ver.
«Otro Calp es posible». Como organizadores de este acto deseamos transmitir las inquietudes y sentimientos de muchas personas que vivimos en nuestro pueblo. Sin radicalismos ni retrocesos: creemos que las cosas pueden hacerse de otra manera. Deseamos manifestar, ante todo, que no estamos en contra del progreso, del crecimiento económico, de la creación de puestos de trabajo o del desarrollo urbanístico en general. Tampoco nos mostraremos en contra de la decencia y la honradez en el ejercicio de la función pública.
A muchas personas que vivimos en este pueblo nos GUSTA, y mucho:
1.- EL URBANISMO RESPONSABLE
Tras más de medio siglo de ladrillo rampante, Calp ha alcanzado unos límites de crecimiento casi imposibles de superar. Según el PGOU vigente y sin incluir en el cómputo el suelo de especial protección, apenas un 20% de la superficie del término municipal se halla libre de derechos de edificación. Ante este umbral de consumación, creemos que procede una revisión del Plan General que respete los derechos urbanísticos en los planes que se encuentren aprobados, así como la legalidad vigente hasta la introducción de nuevas medidas específicas destinadas a conciliar derechos privados con el interés general.
No nos gusta el «urbanismo a la carta» ni el «urbanismo de cartas marcadas». No nos gusta el sectarismo económico ni la chapucería. No nos gusta que el técnico de turno, al servicio de la causa, acabe por legitimar los desmanes políticos con su firma de funcionario. No nos gusta que estos despropósitos se deriven y se pudran durante décadas en el limbo de los tribunales. Y no nos gusta que el bolsillo de los ciudadanos pueda ser condenado a resarcir barbaridades ajenas que posiblemente quedarán impunes.
2.- EL GOLF
A muchas personas de este pueblo nos gusta el golf —o simplemente no albergamos nada contra él como disciplina deportiva—, aunque no lo practiquemos. Consideramos este deporte una actividad económica y lúdica que puede generar inversión y empleo. Lo valoramos como una actividad atractiva, no necesariamente elitista si se acerca y se hace asequible al ciudadano medio, y que además es apta para todas las edades. Un campo de golf genera un espacio y un paisaje, un impacto sobre el medio. Su implantación plantea un problema de sostenibilidad y la obligación de adaptación a los recursos disponibles: esencialmente a obtener el agua de riego, necesariamente depurada, sin detraerla del medio y sin poner en riesgo las demandas habituales. En España existen actualmente 430 campos de golf de nueve hoyos largos o más. En Inglaterra cerca de dos mil, y en Francia se superan con creces los quinientos. Dos de estos campos podemos encontrarlos en nuestro entorno más inmediato, a escasos kilómetros de Calp. ¿Tenemos suficiente con ello? A nosotros nos gustaría opinar sobre la viabilidad del proyecto para decidir juntos.
Nos gusta poco, o más bien nada, que se anuncie la construcción de un campo de golf en este término —presentado en una convención mundial de Turismo por el alcalde y presidente de la Diputación— sin que los ciudadanos de Calp tengamos conocimiento alguno de esta iniciativa. No nos gusta que se oculte su posible ubicación y el consecuente impacto sobre el medio. Nos desagrada que no se abra un debate público sobre el proyecto para su estudio y opinión general; especialmente cuando semejante aspiración podría afectar a nuestros recursos naturales: a un 5-10% de la superficie del término y al desarrollo de amplios sectores de suelo urbanizable. No, no nos gusta no saber, y en nuestro derecho estamos de expresarlo. Es más, nos indigna que, con el señuelo de la creación de puestos de trabajo y el supuesto beneficio general, se pretenda justificar una actuación furtiva de importantes e inciertas consecuencias. No nos gusta el secretismo en asuntos trascendentales que a todos nos incumben.

3.- LOS HOTELES DE CUATRO Y CINCO ESTRELLAS
A muchas personas de Calp —si no a todas— nos gustan los hoteles de excelencia. Nos agrada alojarnos en ellos, disfrutar de los mejores servicios y repetir la experiencia siempre y cuando sea posible. A todos complace las sorpresas gastronómicas, los pequeños detalles de anfitrión, el ocio en la comodidad y el buen gusto por doquier. Calp, sin duda, goza de una oferta hotelera óptima que se verá incrementada en el futuro. Es más, nos gustan los establecimientos que cuidan a su staff y que entienden que para satisfacer al cliente es indispensable atender y estimular primero al propio personal. Este bienestar de equipo se transmite en calidad. Apoyamos el lucro legítimo de las empresas locales que invierten sus recursos en aras del beneficio público y privado. Deseamos que crezcan y se desarrollen con criterios de proporcionalidad. Afirmamos que en el caso de Calp, estas empresas cumplen una importante función en la economía general.
4.- LOS EDIFICIOS DE DISEÑO
Nos gustan los edificios con diseño, de arquitectura moderna y atractiva. Los derechos edificatorios sobre el suelo urbano de Calp están consagrados en el PGOU. Estos derechos se hallan sometidos a una aritmética que ofrece pocas dudas a la hora de hacer cálculos. El volumen de edificación por superficie de solar ofrece resultados indiscutibles: un aprovechamiento muy concreto en número de viviendas por parcela. Estas son las reglas de juego que contempla el Plan General, las que en su día quedaron aprobadas, nos guste o no nos guste. Resultará bastante opinable cuál es la opción preferente entre las fisonomías que ofrecen los edificios altos y delgados y los anchos y más bien chatos. Más allá del efecto pantalla sobre la costa o el efecto rascacielos sobre el paisaje, nos gusta pensar que los aprovechamientos urbanísticos se ciñen a los que contemplaba el Plan original, y que el régimen de alturas se proporciona al edificio de diseño que busca una solidez compensada. Cincuenta metros de elevación parece un tope razonable para las cuentas que hay que echar.
Dentro de los dos últimos supuestos, no nos gusta que en nuestra oferta prime la cantidad sobre la calidad. Nos desagrada que la edificación de altas fincas de viviendas y torres hoteleras agreda al bello entorno medioambiental que disfrutamos, generando problemas de sobreocupación y congestión del entorno en temporada por el exceso de cubicaje aplicado y la libertad del número de plantas. Nos indigna pensar que intereses privados puedan prevalecer sobre los públicos, y que una visión egoísta y cortoplacista de ciertos grupos económicos pueda condicionar determinadas decisiones de gobierno, nocivas para la colectividad. Demandamos equilibrio y responsabilidad en el ejercicio de los legítimos derechos que asisten al propietario edificador.

5.- EL RESPETO POR LA CULTURA LOCAL
Nos gusta pensar que desde las administraciones públicas se protege y potencia la cultura local. Cultura manifestada en los yacimientos arqueológicos que enriquecen nuestro patrimonio histórico, íntimo e intergeneracional. Nos apasionan las cosas de Calp, y nos agrada que la promoción de los valores de nuestra realidad material, y los espirituales de nuestra historia como comunidad, se vean potenciados por la acción pública y privada.
En cambio, no nos gusta que por falta de determinación o cálculo político no se busque una solución definitiva que ponga fin al penoso aspecto que ofrece el yacimiento de los Baños de la Reina desde hace ya demasiado tiempo. También nos desagrada la ausencia de una acción clara por parte del gobierno municipal respecto a las actuaciones sobre solares en donde hayan aparecido o puedan aparecer restos arqueológicos que merezcan protección especial. Cuánto más nos parece inaceptable que los escasos o usurpados recursos económicos municipales, que deberían destinarse a la divulgación de los aspectos históricos y etnográficos de Calp, se desvíen a potenciar carreras profesionales privadas, o a costes funcionariales y gastos corrientes que no ofrecen retorno alguno. Nos indigna que a estas alturas, Calp carezca de un «catálogo de bienes y espacios protegidos» que el PGOU mantiene reducido, ridículamente, a un corto número de viviendas rurales centenarias. Nos entristece tanta desidia en este aspecto.
6.- LA MAYOR CALIDAD DE VIDA
Nos agrada que Calp sea concebido como un lugar de vacaciones, de residencia habitual y disfrute garantizado. Nos gustaría y alegraría descubrir que las inquietudes generales se centran en evitar la masificación humana, la contaminación acústica y del aire, el derroche de agua y la suciedad. Calp es un pueblo naturalmente diseñado para el ocio y el descanso, no para el estrés y la aglomeración.
No nos gusta el colapso que muestra nuestra población incluso en épocas no consideradas de temporada. Nos desagrada y preocupa el problema del tráfico rodado, que obliga al aparcamiento en zonas muy alejadas del casco urbano. La congestión general en los meses de gran afluencia de visitantes es el más peligroso elemento de disuasión para el turista que valora la posibilidad de repetir en Calp. Nos inquieta que el crecimiento turístico y urbano termine por convertir nuestra población en un destino sucio, poco apetecible, posicionado en peores condiciones de competitividad respecto a otros municipios turísticos. No nos gusta pensar que nuestro futuro como lugar vacacional pueda depender de la capacidad de aforo de nuestras playas y de la sostenibilidad ambiental de nuestros reclamos.

7.- LA PRESERVACIÓN NATURAL
Nos enorgullece saber que la gran mayoría de los calpinos/as entiende la protección del medio ambiente como la mejor apuesta de inversión para el futuro. Deseamos respetar los derechos vitales de los que vengan detrás de nosotros en el tiempo. Cuidemos el legado material y moral de las nuevas generaciones.
No nos gusta el estado de abandono de nuestros montes, Oltá, Tossal de Cocentari, entre otros parajes comidos por la leña y la maleza. Nos desagrada y preocupa el estado de hitos naturales como las Salinas y la ladera norte del Penyal, que se hallan sucios y desatendidos. Entornos bellísimos como el Pla de Feliu o el Ráfol se encuentran amenazados por las breñas y el matorral. Comprendemos lo complicado de asignar recursos económicos a la limpieza y cuidados de montes y barrancos, pero algo debe iniciarse para evitar desenlaces desgraciados que podrían afectar a su integridad natural. Nos desagrada que el monte sólo sea objeto de saneamiento y limpieza ante el inicio y desarrollo de un proyecto urbanístico en concreto.
8.- LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES
Nos gusta la formación y el mérito como trampolín para el acceso a los puestos políticos y la función pública. Nos gusta que las oportunidades se concedan democráticamente y que los vecinos/as, desde los resortes del poder local, sean tratados de forma igualitaria y uniforme. Nos gusta la gente competente que trata de forma competente. Nos agrada que se nos estime como ciudadanos que contribuyen a sostener el municipio y no como clientes, o no clientes, a satisfacer o despreciar alternativamente. Nos gusta pensar que nuestro ayuntamiento es la casa de todos y no la de unos pocos. Intentamos asumir que los responsables municipales ejercen su mandato con interés de favorecernos y no en aras de perjudicarnos según el pelaje que presentemos. Nos gustaría que los que mandan entendieran que el sueldo que cobran les obliga, que con éste va el riesgo de la crítica, y que en esta potestad de vecino reside el derecho de admisión de quien paga las facturas. Deberían entender que cualquier ciudadano tiene la prerrogativa de manifestarse o ejercer la acción política si así lo desea, por más que incomode a quien caliente la poltrona. Nos agradaría pensar que un equipo de gobierno no es un sultanato, con su corte de obedientes, que ostenta un sentimiento omnímodo y patrimonial de su poder.

9.- EL HONOR A LA VERDAD
Nos gusta conocer la verdad, discutirla y admitir los errores de apreciación que, llegado el caso, puedan existir por nuestra parte. Nos gusta que los medios de comunicación ofrezcan información veraz y no se encuentren al servicio de quien los mantiene en cuarentena. Nos gusta la información y no la propaganda, los periodistas independientes y no los voceros a jornal; nos gustan las crónicas fiables sin monsergas pro campaña; nos gustan las propuestas con un plan y un presupuesto, nada los globos sonda ni las promesas sin sentido, las paridas ordinarias, los anuncios de colonia, el asfalto electoral y las fotos bobas en cuclillas. Nos gusta que no nos cuenten cuentos ni nos tomen por chiquillos. Nos gusta que no se insulte a nuestra inteligencia y se nos trate con respeto.
10.- LA HONRADEZ POLÍTICA
Nos gusta, mucho, y no entenderíamos otra cosa, que la política sólo sea terreno abonado para gente honrada. Igualdad de oportunidades, honor a la verdad y ética para la acción pública. Demandamos todo esto legítimamente.
No nos gustan, nada de nada, quienes utilizan los cargos públicos para medrar. Quienes usan su poder delegado para colocar a la familia, amigos y allegados en puestos y empleos que costeamos todos. No nos gustan los troyanos que traicionan a sus electores, los y las de pocas luces y apellidos de toda la vida, de genealogía política apalancada por una limpieza de sangre absurda; nos desagradan los nostálgicos —y las nostálgicas—, los que mienten, manipulan, dividen y clasifican. No nos gustan los que hacen campaña con el dinero sucio que extraen de grupos económicos en cártel. No nos gustan los apaños ni las comisiones granujas. No nos gustan quienes utilizan los recursos públicos para abrir oficinas de promoción personal y despegue político. No nos gustan los que son capaces de protocolizar ante notario sus mentiras, los que esgrimen su dedazo para repartir un dinero que es de todos; los que compran voluntades a cambio de dos garbanzos, los que explotan la necesidad humana y convierten a los ciudadanos en vasallos cándidos, los que comprometen y condicionan, los que sojuzgan y condenan. No nos gustan para nada los que distinguen entre «los míos y los otros», «los buenos y los malos»; los que permiten que «unos metan la mano y otros paguen el pato».
Ellos se reconocerán e identificarán bien con estas palabras: saben de quién hablamos.
«Otro Calp es posible».