José Mas Capó, Imagen: Diario Información. Hemeroteca
Días atrás, la prensa digital recogía un interesante artículo, firmado por Juanjo Crespo: «Papeles de la CIA: El teniente rojo que compró el peñón de Ifach». En dicho trabajo el autor ofrecía noticias inéditas relativas a la compra del Penyal por José Mas Capó en diciembre de 1951. Crespo desvelaba los contenidos de un documento secreto, desclasificado por la CIA, que abría la posibilidad de que los fondos empleados para la adquisición de la roca de Calp proviniesen «del dinero y bienes desaparecidos de las cajas fuertes de los bancos en la toma de Teruel».
El tema es muy sugerente en sí, y por los factores de lugar y tiempo que lo acompañan. Estas novedades, de gran interés, han puesto a trabajar al círculo de investigadores de la historia de Benissa y Calp. La tarea de documentación no se presenta nada fácil. José Mas Capó (1911-1993), natural de la primera población, además de Ifac, compró en 1951 la heredad de la Fuente de Calp, con sus instalaciones y servicios anejos. El benisero demostró ser un hombre emprendedor y bien relacionado, cuyas iniciativas no siempre se vieron coronadas por el éxito empresarial. Las primicias de Juanjo Crespo abren un buen capítulo de interrogantes que obligan a una indagación que aporte luz a tan controvertidos sucesos. Nosotros, con este artículo y por el momento, colaboraremos con algunas informaciones complementarias que se ciñen a las circunstancias que acompañaron a José Mas tras la compra del Penyal.
Año 1972. Calp experimenta un fuerte auge inmobiliario que encuentra su máximo exponente en la macro urbanización que promueve la VAPF en la sierra de Toix: Maryvilla. Nuevos proyectos de edificación se plantean en la sierra de Oltá y las Salinas: un complejo de lujo, con un hotel y viviendas unifamiliares, y un pueblo lacustre de inspiración veneciana respectivamente. Esta fiebre del ladrillo se había extendido durante una década y ya apuntaba a un declive que se iniciaría en el siguiente año con la irrupción de la primera Crisis del Petróleo.
El 22 de junio de 1972, el industrial local Leonardo Casado del Campo realizaba unas declaraciones en prensa, en nombre de varios socios y como portavoz de Salvador Martínez Cervera, dueño de la entonces próspera urbanizadora instalada en Calp: Promociones Martínez. Esta empresa valenciana anunciaba públicamente la adquisición del Penyal d’Ifac por una cantidad que se estipuló en 70 millones de pesetas. Era de dominio público que el entonces propietario de Ifac, José Mas Capó, exigía la suma de 100 millones de pesetas como precio por la roca, y que el Ayuntamiento de Calp, interesado en su compra, sólo se encontraba dispuesto a desembolsar 60 millones para hacerse con su titularidad.
Leonardo Casado, hombre de confianza de Martínez, había expresado con sus declaraciones el deseo de «ofrecer toda colaboración, en el más amplio sentido posible, para allanar, si ello es necesario, cualquier problema o suspicacia que el futuro del Peñón pudiera suscitar, a cualquier persona, organismo o autoridad al más alto nivel». Harían en el Peñón, afirmó, «lo que se les dejase hacer». En realidad, los promotores actuaban con cautela, conscientes del complicado «terreno» que pisaban, y sólo habían hecho entrega de 1 millón de pesetas como señal para cerrar el trato, afianzar la compra y ganar de esta forma tiempo antes de culminar los flecos de un buen negocio.
Vistas frustradas las posibilidades de adquirir el Penyal y ante la ofensiva de la empresa promotora, el ayuntamiento, a través de su alcalde, Joaquín García Hernández, reaccionó abriendo un expediente de expropiación forzosa de los terrenos. Para este fin, se consignó la elaboración de un plan especial y el pertinente proyecto de urbanización-expropiación.
En declaraciones a la prensa alicantina, Mas Capó, en marzo de 1973, salía al paso de rumores para clarificar la situación jurídica de la propiedad. Tras la acción municipal, los promotores inmobiliarios habían incumplido los compromisos de compra de Ifac y el propietario había quedado en una situación de «tierra de nadie», entre la amenaza que planteaba la expropiación de la finca y el punto muerto de la operación especuladora de los constructores. La apuesta por vender el Penyal contaba con pocos visos de salir adelante. Mas Capó escogió el Diario Información de Alicante para ofrecer una entrevista que finalmente llevó la firma del popular periodista alicantino Antonio González Pomata.
«Mas Capó.- El Peñón me pertenece. No hubo venta y sólo un contrato de opción. Este no se ha cumplido según lo pactado y de ahí lo dicho: «Ifach es mío». Calpe no tuvo el peñón en 1971 porque no quiso pues yo se lo regalaba al pueblo.
Periodista.- ¿Todo lo que es y representa el Peñón?
M.C.- Lo que fue de Calpe, sí, la roca en toda su extensión, o sea, desde el túnel hacia dentro.
P.- ¿Y el istmo?
M.C.- El señor París, mi antecesor en la propiedad, fue quien compró más de quince propiedades o parcelas que son las que forman el referido istmo; hay escrituras y se puede comprobar. La parte baja de la carretera del puerto era de don Antonio Tur y la compré ocho días después de adquirir el Peñón. En 1957 hice escritura de agrupación de fincas, dándole el nombre de Peñón de Ifach con 1.290.000 metros cuadrados. Yo le regalaba al pueblo de Calpe lo que en viejos tiempos fue de la comunidad.
P.- ¿Lo donaría hoy?
M.C.- ¡Cómo lo voy a regalar si quieren expropiarlo!
P.- ¿Y si no se efectuase esta apropiación anunciada?
M.C.- Se lo daría al pueblo de Calpe. Ahora bien, que me dejen aprovechar las faldas o propiedades que anexioné, sujetándome, lo que deseo, a aquellos planes y ordenamientos que el Ayuntamiento o la Comisión de Urbanismo marque para salvaguardar, lo que me parece muy bien, la fisonomía del Peñón y la belleza del paisaje. Ahí puede ver usted la estructura del hotel que comencé a construir y no pude terminar por falta de medios. ¿Afecta en algo o desmerece el Peñón? Igual pude proyectar un rascacielos y no lo hice.
P.- ¿Afectaría la declaración de “zona verde” a todo el istmo de Ifach?
M.C.- No, sólo a mi propiedad. Y ahí tiene usted a la vista otras torres y edificaciones algunas sin terminar desde hace varios años- que no entran en tal declaración. Le añadiré que el hotel en cuestión fue declarado de “excepcional utilidad pública” por el Ministerio de Información y Turismo. Calpe está muy necesitado de establecimientos de esta índole y creo que su culminación constituiría una aportación de enorme interés para la zona.
P.- ¿Habría que derribarlo?
M.C.- Así es.
P.- ¿Definitivo su ofrecimiento al pueblo de Calpe?
M.C.- Ya se lo he dicho a usted como antes lo dije al Ayuntamiento de Calpe. Lo regalo porque soy de Benisa y esto es sentirse en calpino. Ni que decirse tiene que la municipalidad no tendría necesidad de desembolsar un solo céntimo por el Peñón de Ifach por el hecho de la expropiación. Creo que con esto todo está suficientemente dicho y no es nuevo. Le insisto que en el año 1971 Calpe pudo haber hecho suya la roca».

El «Gran Hotel Peñón», proyecto iniciado en 1957, no pasó de ser el «gran sueño de Mas Capó». Contaba el establecimiento en su diseño con una superficie a edificar de 5.837 m2, distribuidos en sótanos, planta baja y tres alturas. El número de habitaciones era de 95, con capacidad para albergar a 190 huéspedes. El complejo se proyectó equipado con salones, salas, pistas de baile, piscinas y otros servicios propios de un hotel de lujo. Las dificultades económicas del promotor abortarían definitivamente la iniciativa pocos años después. Estas dificultades se achacaron al incumplimiento de las obligaciones mercantiles del socio en la sombra de José Mas, Cristóbal Martínez Bordiú, Marqués de Villaverde. Aparentemente, puesto que no ha podido dilucidarse este punto, las obras del hotel fueron paralizadas en 1961 por no respetar el yerno del general Franco sus compromisos financieros con su asociado.
Lo cierto es que en julio de 1957 Mas Capó, en solitario y en su propio nombre, como persona física y no jurídica, había formalizado una hipoteca a favor del Banco de Crédito Industrial por el capital de un préstamo de 16 millones de pesetas a devolver en veintidós años. Dichos fondos serían entregados por la entidad financiera según fueran acometiéndose las obras de edificación del hotel proyectado, y al amparo de las ayudas a la industria hotelera y muy especiales ventajas que ofrecía la orden ministerial de 13 de mayo de 1942.
Tras cinco años de congelación del expediente, el 30 de enero de 1969 el Juzgado de Primera Instancia nº3 de Madrid sacaba a pública subasta las obras existentes del Gran Hotel Peñón y el Hotel Las Salinas de Calp, propiedad también de José Mas Capó, en reclamación de un capital de 15.113.592,55 pesetas, más intereses y costas. Ante este hecho, Mas Capó, desplegó toda su diligencia para encontrar comprador de la roca; las negociaciones emprendidas por el industrial con el ayuntamiento y promotores buscaban una salida urgente que pusiese fin a la presión financiera.
Hábil con los medios, como demostraría en el tiempo, el asunto había saltado a la prensa nacional por iniciativa del propio Mas. En julio de 1970, el industrial declaraba en el diario ABC su intención de vender el Penyal; se hacía eco del interés de un grupo filipino y la disposición de éste a pagar quinientos millones de pesetas por la roca. A instancias de Mas, el mismo diario, el día 29 de julio, ofrecía un editorial titulado: «Necesaria y urgente liberación del Peñón de Ifach: […] Ya hace algunos años clamábamos por la «liberación» de Ifach arrancándolo de las manos privadas para incorporarlo al patrimonio calpino, al de la provincia, porque nuestra Diputación no puede desentenderse del asunto, o si fuera preciso, el patrimonio nacional, declarándolo parque del Estado».

Las sucesivas crisis del petróleo que acompañaron a los 70 del pasado siglo plantearon unos años económicamente difíciles; durante ellos la actividad inmobiliaria y urbanizadora quedó ralentizada. Dentro del mismo esquema compensatorio, hubo que esperar hasta diciembre de 1982, año en el que el ayuntamiento negoció con la propiedad un acuerdo que garantizaba la cesión de la roca a favor del pueblo de Calp a través de escritura pública. Esta cesión estaba condicionada a la aceptación en plebiscito del acuerdo. Además del refrendo popular, el convenio debía contemplar la declaración de zona verde del área donde se encontraban las obras paralizadas del hotel, y una permuta de terrenos de 40.000 m2 que serían edificables en compensación, y que correspondían al sector de la ladera norte del istmo.
La Generalitat Valenciana adquirió finalmente el Penyal en diciembre de 1986 por la suma de 100 millones de pesetas. Esta cantidad había sido entregada previamente a Mas Capó por Andrés Ballester, de Edificaciones Calpe, quien entró en un negocio a tres bandas por mediación política. Pocos años después, Ballester protagonizaría su definitivo asalto a la ladera norte de Ifac, aunque el intento del promotor quedó abortado por la acción popular tal como ya hemos documentado en este blog.
Durante décadas, la presencia del esqueleto de hormigón del primigenio proyecto afeó la fisonomía emblemática de Ifac. La voladura de la estructura del edificio fue llevada a cabo el 16 de octubre de 1987 por iniciativa de la Consellería de Obras Públicas y Urbanismo. Por decreto 1/1987, de 19 de enero, el Consell había declarado Parque Natural al Penyal d’Ifac.