La Guerra del Francés en Calp

imagen: El precio de la victoria. Bailén 1808. Obra de Ferrer Dalmau

Hace una década celebramos el bicentenario del inicio de la Guerra de la Independencia española (1808-1814), conflicto bélico que enfrentó a España al ímpetu expansionista del Primer Imperio Francés. Cuenta entre sus antecedentes con las sucesivas Guerras Napoleónicas, los conflictos de la hegemonía francesa con Portugal e Inglaterra y la quiebra de la monarquía absoluta en la renuncia de Carlos IV y Fernando VII a la Corona española y sus instituciones de gobierno. Éstas se mostraron incapaces de abordar la gravedad del momento. La crisis del Estado acuñado en el Antiguo Régimen dará lugar a un nuevo orden político de carácter burgués generado a partir de las Cortes gaditanas.

La guerra estalla tras las maniobras de ocupación subrepticia de diversas ciudades españolas por las tropas napoleónicas, siguiendo un plan de invasión conjunta de Portugal acordado en el Tratado de Fontainebleau. Esta estratagema, junto a la conspiración diseñada para el derrocamiento del rey, provocaron el levantamiento popular del dos de mayo de 1808.

Los sucesivos conflictos se caracterizaron en el aspecto militar por el fenómeno de las acciones conjuntas de guerrilleros y ejércitos regulares aliados dirigidos por el Duque de Wellington que provocaron el desgaste de las fuerzas francesas y su progresivo repliegue hasta los Pirineos. La posterior invasión del territorio francés condujo a la derrota definitiva en la batalla de Toulouse del 10 de abril de 1814 provocando la abdicación de Napoleón I.

El conflicto enardeció el sentimiento nacional dividiendo a la sociedad entre patriotas y afrancesados. La guerra dañó gravemente la estructura industrial y devastó la agricultura, originando el retraso posterior en la modernización de la economía peninsular. En el plano político, precipitó el proceso de emancipación de las colonias americanas que accederían a la independencia tras la Guerra de Independencia Hispanoamericana, mientras que la reinstauración de la dinastía borbónica y el reforzamiento de la Iglesia Católica abrió en España una era de luchas civiles entre absolutistas y liberales durante buena parte del siglo XIX.

El mariscal Suchet, Primer Duque de la Albufera. Fuente: Wikipedia

Alicante desempeñaría la capitalidad del reino tras la invasión francesa de la ciudad de Valencia por el Mariscal Suchet en enero de 1812, y cobró un importante protagonismo dentro del marco nacional. Aunque la ciudad no fue tomada por fuerzas francesas, la mayoría de las poblaciones alicantinas tuvieron que soportar el paso, avituallamiento y permanencia del ejército galo en su territorio. (1)

Los primeros años de la guerra no se hacen sentir sobre suelo alicantino en cuanto a su ocupación, pero sí por los atosigantes efectos derivados de las aportaciones económicas destinadas a sufragar los gastos de las tropas españolas, y los también producidos por el alistamiento para la inclusión de fuerzas en partidas de guerrillas y milicias. La penuria, la extrema pobreza, acompañada además de años de sequía, se había visto agravada por el abandono de los campos y de las labores cotidianas por parte de labradores, jornaleros y pescadores reclamados para la defensa de la Nación.

Pocas son las fuentes y bibliografía disponible que nos puedan ilustrar sobre la incidencia de la Guerra del Francés en nuestra comarca. Mas contamos con un manuscrito hallado por Manuel Bas Carbonell en una biblioteca valenciana, conocida como de «Nicolau Primitiu», y que aparece firmado por Mosén Francisco Palau Diego (1743-1823), natural de Denia, durante muchos años archivero de su iglesia parroquial. El Llobarro, es un diario que principia en 1804 y finaliza en 1821, y que dedica especial atención al periodo de la Guerra del Francés que Mosén Palau vivió en persona. Se halla redactado en castellano de la época, aunque lleno de expresiones valencianas. Acudiremos a esta fuente, directa y creíble, para noticiar los sucesos de armas acaecidos en Calp.

La villa, situada en un punto geográfico estratégico por su proximidad al mar y constituida en obligado paso para destacamentos militares, viajeros y trajinantes por encontrase apostada junto al único camino de la costa, cobrará un valor esencial en cuanto a las aspiraciones francesas de su ocupación. La fortificación de la ciudadela  y la presencia continuada de tropas españolas y guerrilleros voluntarios, abortarán las intentonas galas durante el último período del conflicto.

En estos años las circunstancias municipales calpinas serían muy adversas por las exigencias fiscales crecientes, las malas cosechas y el paludismo; a estas condiciones se unirían el continuo aumento de los precios y la ausencia de dinero en circulación, sustituido éste por los devaluados vales reales. Paradójicamente, los efectos del decreto desvinculador de 6 de agosto de 1811, aprobado por las Cortes de Cádiz, que supuso la liberación de hecho, que no de derecho, de las cargas fiscales señoriales, encontró su contrapunto en la agobiante espiral tributaria ejercida por los franceses para costear sus gastos del conflicto. Las tierras se desocupan, se pierden las cosechas, y la psicosis de inseguridad condenará al vecindario a refugiarse intramuros. La contribución de nuestro pueblo a las fuerzas españolas se hace en forma de voluntarios, dotados de un real diario, y de algunos quintos sustituibles por doscientos pesos. También se forman los denominados «Cuerpos de Vecinos honrados» para que «defiendan sus pueblos y mantengan la quietud».

A principios de 1809 se habrían acometido los primeros trabajos para recomponer las deterioradas murallas de Calp. Para tales obras se empleaban tandas vecinales y se trabajaba diariamente sin descanso. Los calafates y carpinteros se afanaban en la construcción de carros, lanadas y estacas, mientras se acondicionaban nuevos hornos de cal y se proveía a los maestros de obra con abundante tierra y piedra. A éstos, venidos en muchos casos de poblaciones vecinas, se les pagaba el jornal menos el día de fiesta que trabajaban de balde. Igual suerte de mejoras correrían las fortificaciones costeras del Torreón de San Pedro, junto a las aduanas y el embarcadero, pertrechada con dos cañones de a ocho, y el Fuerte de Gallicant, al límite norte de la playa de la Fossa, en el que habría también una guarnición permanente. (2)

El latido de la guerra se hizo sentir con plena intensidad cuando el mariscal Suchet, una vez tomada Tortosa y otras plazas del País Valenciano, entró en Valéncia en enero de 1812. Denia se entregó sin ofrecer resistencia, desabastecida de víveres, sin tropas para su defensa y sin munición. El día 19 de enero, a las dos de la tarde, entran a la plaza las tropas francesas del general Abert, compuestas por tres mil hombres, tras las capitulaciones efectuadas el día anterior en Gandía por Esteban Echenique, gobernador de la plaza de Denia. (3)

En la avanzada del invasor hacia el sur, éste irá tomando por ocupación los pueblos comarcales. El convento franciscano de Benissa es reconvertido en cuartel de tropas y su comunidad expulsada en virtud del decreto de 23 de febrero que, firmado en Valencia, declaraba la extinción de las órdenes religiosas. (4) La exclaustración del convento benisero debió de causar una gran conmoción en Calp, población en la que eran habituales los enterramientos de difuntos ataviados con el hábito de San Francisco, y las exequias fúnebres en las que comparecían frailes de esta comunidad. Acabada la guerra, la congregación vería reintegrado su edificio y bienes en virtud de una orden real.

Primera Batalla de Castalla (21 de julio de 1812). Fuente: www.patrimoniocultural.castalla.org

Las incursiones gabachas —fransés de mala rasa, decían los antiguos— persiguen tres objetivos fundamentales. En primer lugar la destrucción física de las poblaciones por medio del fuego, acción que mermaba los medios de defensa, avituallamiento y subsistencia de los locales. En segundo lugar, el aprovisionamiento: trigo, cebada, alfalfa, piensos, ganados, leña. Y por último, a esta devastación, la ruina moral producida por el saqueo a los templos parroquiales, con la quema de santos, ropajes y ornamentos, que eran impúdicamente vejados y destrozados ante los ojos imponentes de los miembros de una sociedad devota sumida en la religiosidad. De hecho, los libros parroquiales de muchos pueblos guardan testimonio de las celebraciones piadosas en el seguimiento de los sucesos de la larga guerra. Son muy habituales los ritos religiosos de acción de gracias y los Te Deums que se ofician siguiendo las prescripciones obispales. Así encontramos evidencia documental de misas cantadas «por la felicidad de la guerra» o rogativas «de Victoria y otra de aviso». (5)

Hemos accedido a un interesante documento que da testimonio de la presión fiscal ejercida por los franceses sobre nuestra comarca en estos primeros meses de ocupación. Se trata de un proceso judicial incoado contra Antonio Rubio, alcalde ordinario de Llíber, perceptor de las contribuciones para sostener a las fuerzas francesas de las plazas de  Denia, Benissa y Altea durante febrero y marzo de 1812. Este procedimiento se plantea por la necesidad de devolver los sobrantes de la liquidación, y no deja de sorprendernos el no encontrar a Calp dentro de su mandato cobratorio. Entre las cuentas pertinentes a Benissa, las raciones se regulan en los siguientes precios: 1 ración de pan de 14 onzas, a 3 r.v. y 20 mv.; 1 cántaro de vino de 16 raciones, a 3 mv.; 1 ración de carne de 8 onzas, a 1 real y 4 mv.;  1 ración de arroz de 6 onzas, a 24 mv.; 1 ración de sal de 1 onza, a un maravedí; 1 carga de paja, a 1 real y 17 mv.; 1 carga de algarrobas, a 4 reales y 17 mv. También resulta ilustrativo el apartado de las “mesas de los comandantes franceses de las plazas de Denia, Benisa y Altea”. En el caso de Benissa, se cifra los precios en: 1 gallina a 4 pesetas; 1 docena de huevos a 9 reales; 1 onza de manteca a 4 reales; la libra de azúcar a 12 reales; un conejo a 6 pesetas; la libra de tocino a 18 reales, y la de aceite a 6. (6)

El 27 de marzo, día de Viernes Santo, se produce un enfrentamiento entre soldados y una guerrilla en el Collado de Calp, donde dos presos voluntarios españoles que venían trasladados desde Villajoyosa, fueron tiroteados para evitar su liberación: «Jph Plá cayó muerto del todo y el otro medio muerto se dejó caer en tierra haciendo como que estava muerto y luego que pasaron à delante los soldados se desató de Plá con quien estava atado como pudo y se incorporó en los de la guerrilla». (7)

En virtud de las disposiciones constitucionales y el decreto de 23 de mayo de 1812, se constituía en Calpe la llamada Junta de Parroquia para la elección bianual de concejales constitucionales. Los ciudadanos eran convocados por el Juez de Primera Instancia mediante pregón para que acudiesen al templo parroquial y por escrito cada vecino escogía ocho regidores y dos síndicos de entre los principales. Los más votados eran los designados para formar ayuntamiento presidido por un alcalde ordinario y un segundo. Personajes locales destacados del Calp de la época fueron José Avargues de Roque, Domingo Ortiz Serra, Francisco Zaragoza Jorro, Pedro Boronat y Roque Martínez, quienes, ya en 1815, solicitarían el privilegio de insaculación de cargos municipales que no fue otorgado por el Consejo Real. (8)

La villa de Calp se encontraría preparada para la resistencia, superpoblada ocasionalmente por fuerzas militares y guerrilleros voluntarios. Los mandos de la milicia local eran escogidos entre los vecinos principales, dependientes en cuanto a sus cometidos de las disposiciones tomadas por la Gobernación de Denia. El centro de operaciones de los franceses se había situado en Alcoy, convertida la ciudad en cuartel general por el general Harispe. El 21 de julio el general español O’Donnell cayó sobre Castalla y fue derrotado a pesar de su superioridad numérica que doblaba al enemigo en efectivos humanos: «Se hizo un pregon por el Gobernador dando à saber al publico que como el ejército francés havia hecho 4.000 prisioneros al ejército español y le estava perseguido y se puso un papel à la plaza dicen fuè de resultas del combate del dia 19 cerca de Alcoy”. (9)

Plano de mediados del s. XVIII con el amurallamiento exterior de la villa. 1.- Baluarte del Forat. 2.- Puerta del Mar. 3.- Puerta de Benissa. Fuente. Archivo de Simancas

Según noticias francesas, en la madrugada del 28 de agosto, varias torres de defensa son voladas entre Calp y Denia, desembarcando algunas tropas en Xàbia. Los aliados no pueden resistir y retornan a las embarcaciones. La operación se volverá a repetir en el mes de octubre, esta vez en Denia, con igual fracaso, que derivó en un acercamiento de las fuerzas francesas a Alicante. (10) La derrota sufrida en Castalla incrementó la desmoralización de las tropas españolas y de la población civil y retrasó la posible ofensiva de las fuerzas hispano-británicas situadas en la capital alicantina. Tenemos noticia de que la tropa española abandona Calp, Benissa y Altea a finales del mes de noviembre, oportunidad que es tomada por fuerzas francesas para caer sobre estos pueblos:

«Día 29: Estuvieron todo el día delante de Denia 3 bergantines y un navío inglés y al anochecer vinieron los franceses de Benisa, Calpe, Altea, Polop etª y trajeron muchos alcaldes y otros hombres bien vistos de los lugares y al Retor de Polop y los subieron al castillo por las raciones y contribución, dijeron que les havian muerto y herido algunos, si que vinieron algunos á cavallo y llevar algunos fusiles de sobra pero saquearon muchos pueblos aunque se havìan ido llevando lo que tenìan, pero nunca pudo ser todo».(11)

Al día siguiente la fuerza española retorna a nuestra villa.

Entre marzo y abril se suceden las operaciones militares que decidirán el fin de la guerra en nuestro territorio. El 13 de abril tiene lugar el enfrentamiento decisivo entre los dos ejércitos. La batalla, conocida como la segunda de Castalla, se saldó a favor de los aliados, quienes sufrieron 440 bajas contra 1.300 los franceses. Tras esta derrota, Suchet replegó a sus hombres definitivamente al norte del Júcar y, en junio, al conocerse la victoria de Wellington en Vitoria, se retiró al norte del Ebro, dejando libre definitivamente el País Valenciano.

Por lo tanto, los hechos de armas en nuestra villa de los que tenemos noticias, acaecerán en el último estertor de la guerra, con un enemigo replegándose hacia el norte en franca retirada, conocedor de su derrota y que, tan empecinado como desalentado, intentará caer sobre nuestra población con afán destructor y sin propósito estratégico. No será hasta el 27 de mayo de 1813 cuando una seria tentativa para la toma de Calp por los franceses se lleve a cabo, encontrando el agresor la debida respuesta de una nutrida resistencia:

«Dìa 27: Fueron los soldados de Denia, Ondara y Gandía à Calpe en donde havià 300 ò 400 guerrilleros y al llegar los mataron dentro de Calpe por las aspilleras de las muralle muchos soldos un Capitan 2 Sargentos y haviendose dispersado, los guerrilleros que estavan à una parte y otra de la montaña los embistieron y los persiguieron hasta Xabea, matando è hiriendo a algunos; à Denia trajeron con cañizos à hombros de 4 hombres, 8 mal heridos, y al llegar à la puerta del huerto del convento de Denia se murio uno y lo enterraron dentro del huerto del convento à donde tenìan antes los frailes la leña» (12)

La obstinación del sitiador conduce a un nuevo intento que se produce dos días después:

«Dìa 29: Dijeron que havìan vuelto otra vez hacia Calpe y que se llevaron bombas para abrir brecha à la muralla de Calpe, pero dijeron que havìa en Calpe à más de los guerrilleros alguna tropa española y que havìa puesto a la muralla 4 cañones de à 8 porque si volvían los franceses». (13)

Estas mismas fuerzas francesas, al día siguiente saquean el pueblo de Xaló, destruyendo la iglesia, ropas, casullas, imágenes de santos, salvándose los libros parroquiales que fueron conducidos a Callosa. (14)

La última intentona de asalto a nuestra villa —nocturna—, también dos días después de la anterior, alcanza tintes humillantes en su resultado para la desalentada fuerza ocupadora:

«Dìa 31 [de mayo de 1813]: Fueron à Calpe unos 400 soldados que havìan replegado de Valencia, Gandia, Ondara y Denia con unos 25 de cavallo à la una de la noche se presentaron à una cruz que estava frente una puerta de Calpe que la havìan tapiado, muy cerca de ella, y al poco ruido que sintieron los centinelas de la muralla de Calpe dijeron tres veces ¡quien vive! Y no habiendo respondido el Comandte de los franceses que estava à cavallo con el Capitan y algunos Sargentos y los cazadores de la otra cruz y hirieron al Comandte y le arrojaron del cavallo y el Capitan y otros oficiales quedaron heridos y los demas de tropa y la caballería luego se dispersaron y los de dentro de Calpe salieron por la otra puerta que no estava tapiada haviendo tocado arrebato las campanas y los acometieron y mataron mucha gente de à pie y de à caballo y los siguieron huyendo hasta Gata y se vinieron todos à Denia trayendo al Comandte Capitan, Sargentos y muchos soldados heridos, à cosa de las 7 de la tarde con cavallerìas que pudieron haver de las Alquerias y algunos vagajes que ellos ya llevavan alojaron toda aquella noche en Denia y al otro dìa à las 6 de la mañana se llevaron los heridos à Gandia con camillas à hombros de 4 hombres que mudavan. De Denia y de los lugares vinieron muy tristes porque dava compasión de ver tanto herido, en Calpe no havìa ninguno mas que unos 400 guerrilleros sin tropa”. (15)

No cabe duda alguna de que los mandos de las tropas francesas se apostaron a pocos metros de la puerta norte de la villa, entonces situada en la actual confluencia de la calle Mayor y plaza de España, y junto a varias cruces de piedra que se encontraban erigidas a algunos pasos de distancia de los muros. La segunda portalada se encontraba localizada al pie de la calle san Roque, en el lado sur del recinto amurallado. La puerta norte, llamada de Benissa, de unos tres metros y medio de altura y tres de anchura, no se encontraba protegida por baluarte alguno, por lo que el tapiado exterior de la misma pareció aconsejable, convirtiendo así a la Puerta del Mar en el único acceso de entrada y salida de la fortificación. (16)

El 5 de junio se aprestaba el invasor a una nueva tentativa que quedó frustrada: «Dijeron que volvìan à Calpe con grande refuerzo pero no fueron»; dos días después la tropa española ocupa de nuevo nuestra villa. No tenemos conocimiento de nuevos sucesos relativos a nuestra población tras esta fecha. El 6 de diciembre de este año, capitulaban los franceses que resistían en Denia y su castillo, y doce días más tarde las tropas francesas embarcaban definitivamente hacia su país quedando nuestra demarcación libre de la ocupación.

El Padre Llopis, en su libro de Calp da noticia de los sucesos del día 31 de mayo sin dejar constancia —desgraciadamente— de sus fuentes que obviamente no pueden ser únicamente orales. Según la reseña del rector calpino, la fuerza enemiga venía compuesta de «trescientos soldados con abundantes granadas de mano y bien armados, dispuestos a incendiar la villa». En su obra, atribuye la existencia del llamado «Forat de la Mar» —estrecho pasadizo que conduce al antiguo portal de los marineros desde el casco antiguo—, a los efectos destructivos producidos en uno de los lienzos de las murallas por un proyectil enemigo «consiguiendo abrir una brecha en ellas para infiltrarse en el resto de la villa».  (17)

Para Llopis, la precipitada fuga del enemigo dejó once muertos y cuarenta heridos en campo abierto, «en esta lucha se distinguieron por su bravura Vicente Orozco, cuyo arrojo y valor fue premiado por Fernando VII». También Juan Barber, «quien a pesar de su avanzada edad, dio muerte a tres soldados invasores en el combate habido en las inmediaciones del pueblo».

El cura hace exaltación en su crónica del «fuego de amor patrio de todos los vecinos de Calpe, consiguiendo después de una lucha muy encarnizada derrotar al enemigo», pero debemos señalar que el número de vecinos en la época no excedería de doscientos cincuenta, muchos de edad avanzada y sin destreza en el uso de armas y defensa propia, por lo que la participación de guerrilleros voluntarios debió de resultar decisiva para someter al agresor.

Forat de la Mar. Plaza de la Constitución, Calp. Fuente: el autor
Idealización del Forat de la Mar en la muralla. Fuente: el autor

31 de Mayo de 1813. La incursión francesa en la villa: el «Forat de la Mar». Mito o realidad.

En la memoria histórica calpina, actualizada por la publicación del libro «Calpe» de Llopis, se conserva como hecho cierto la incursión intramuros por soldados franceses a través de una brecha abierta en un lienzo de muralla. En la actualidad, una placa cerámica municipal instalada en el lugar atestigua la supuesta infiltración y hace las veces de reclamo turístico. Como indicamos anteriormente, el rector narra el suceso acudiendo a testimonios orales facilitados por personas de avanzada edad de su época. Su relato hace referencia a los daños causados en las murallas por el ataque francés, «consiguiendo abrir una brecha en ellas para infiltrarse en el resto de la villa». Siguiendo el estricto sentido de estas palabras, debemos de subrayar en primer lugar que la afirmación del Padre Llopis no es concluyente en cuanto al éxito final de esta operación.

Deseamos ofrecer algunos aspectos de los detalles constructivos del lienzo en el que se ocasionaron los daños. Esta sección de muro pertenecía a una cara del llamado Baluarte del Rey, de planta trapezoidal, que se constituía en una de los más importantes fuertes de defensa del recinto de Calpe. La denominación se adoptó en honor a Fernando VI, rey de España en 1747, año en que erigieron las murallas calpinas. El baluarte se situaba en el sureste de la villa, formando vértice con las actuales avenida de Ifach y calle del Mar, con dos lados de unos veinticinco metros cada uno.

Mientras que los lienzos de muralla corrida podían alcanzar los cuatro metros y medio de altura, este bastión alcanzaría los seis, y en su coronación se dispondrían cañones y una guardia permanente. La importancia de su situación venía dada por dominar convenientemente los accesos desde los caminos del Mar y de Xàbia, y cualquier otra incursión proveniente de la ronda norte. En este baluarte se encontrarían apostados cañones y una nutrida dotación de fuerza armada que cubriría la puerta sur de la villa permanentemente. Nos inclinamos a pensar que este bastión debió de ser atacado por la fuerza francesa abriendo fuego de cañón y que un proyectil bien pudo afectar su muro. La incursión de soldados habría sido imposible al hallarse las inmediaciones de este bastión a merced del fuego defensor desde las posiciones de la guardia. Cualquier otro tramo de muralla habría resultado menos disuasorio que éste para intentar la infiltración.

Otro elemento a considerar es la propia disposición interior de la muralla. Los baluartes se encontraban terraplenados internamente para facilitar el acceso de personas y pertrechos a la coronación, aspilleras, y puestos de artillería. Este fuerte en cuestión se hallaría relleno de tierra, como mínimo desde el nivel del arranque de la actual calle Pedro García Ortiz en su encuentro con la del 2 de mayo, hasta encontrar el muro, formando un gran banco. Por lo tanto, calculamos, como mínimo, unos tres metros de altura de tierra intramuros, lo que haría imposible la incursión a pie de firme desde el exterior del recinto.

Forat de la Mar, años 60 del siglo pasado. Fuente: Andrés Ortolá

El propio relato de Mosén Palau refiere el desarrollo de los acontecimientos fuera de la ciudadela calpina, y con todos estos elementos en consideración, todo induce a pensar que los franceses no lograron internarse en la población. Con la puerta norte tapiada y la sur muy bien cubierta, el último insulto del obstinado francés se dirimió en terrenos aledaños al pueblo.

Ya en 1837 y en plena guerra carlista, la Comandancia de Armas del distrito en la persona de Carlos María Orduña, promueve la recomposición del recinto fortificado de Calpe. El comandante de la Milicia Nacional calpina, Juan Ortiz Crespo, apremiaba a Orduña para que los trabajos de remozado de las murallas se llevaran a cabo por vía de urgencia y a través de las contribuciones de todos los pueblos de la demarcación: «Apurándome las circunstancias como sucede de cada día por la aproximación de las facciones, llegaremos al caso crítico de haber de abandonar esta villa, dejándola expuesta al pillaje y al asesinato de las hordas del pretendiente si intentan penetrar en esta». Ya en enero de 1838 se forma la «Junta de Fortificación» y se acometen las obras, por lo que podemos afirmar que el lienzo del Baluarte del Rey quedó totalmente reparado. (18)

Hacia 1870 las murallas calpinas comienzan a perder sentido como elemento defensivo. La propia expansión urbana precisaba de eliminar esta fortificación que estrangulaba su desarrollo ante la población creciente. Eliminados los bancos de tierra adosados al muro, nuevos solares se harían efectivos utilizándose los lienzos de muralla como medianeras o fachadas, rebajándose la altura de la misma, y usándose los materiales sobrantes para la edificación de nuevas viviendas. Durante este proceso, el ayuntamiento dispondría de un paso desde la villa al camino del Mar, actual avenida de Gabriel Miró, para acortar la distancia desde este camino a la puerta sur de la población, que se localizaba a pie de la calle San Roque.

 

Calp, Muy Heroica Villa,  31 de mayo de 1813

Un fondo* conservado en el Archivo Histórico Nacional, bajo el título de «Expediente sobre una acción en Calpe y la heroica defensa de sus habitantes», brinda una valiosísima información que convierte la leyenda en testimonios históricos de primera mano.

Como hemos indicado, las prevenciones en la villa ya habían sido tomadas para entonces, ante el temor de una acción despiadada del invasor. Una bombarda y dos buques de bandera inglesa se encontraban apostados en la rada de Altea. Varios de sus oficiales y el vicecónsul inglés de la plaza, don Timoteo Pérez, habían acudido a Calp para entrevistarse con el justicia, Roque Perles. Los aliados garantizaban el aprovisionamiento de armas, cartuchos y piedras de chispa, la asistencia de un cirujano para auxiliar a los posibles heridos, y la ayuda inmediata por mar, dejando tres cohetes de aviso a los efectos. La actividad intramuros era incesante. En esos momentos el número de armas con las que contaba Calp era de apenas dos docenas, custodiadas por algunos tiradores. Carlos Bertomeu se aprestó a ofrecer un quintal de pólvora y Antonio Guillem otro de plomo. Benito Bertomeu se dedicó a la fabricación de balas, mientras Jaime Perles fue comisionado para la reparación de las aspilleras y algunos derrumbamientos de las murallas.

Nos centraremos en los sucesos acaecidos el 31 de mayo. Sería entre la una y las dos de la madrugada, cuando un centinela apostado en el baluarte de la Iglesia oyó algunos relinchos de caballo. La puerta de Benissa, (situada en la confluencia de la calle Mayor con la plaza de España), había sido tapiada, para dejar cómo único acceso a la ciudadela la puerta del Mar, al pie de la calle Puchalt en su conexión con la del Mar. Este centinela dio tres veces el « ¿Quién vive?» sin obtener respuesta.

Las fuerzas francesas habían cercado la villa, amparadas en la oscuridad y el silencio de la noche. El número de infantes galos era de 413 y el de caballos, 22. La tropa había sido desplegada en dos flancos: uno que se situó en las inmediaciones de la ermita del Calvario, y otro que se dispuso apostado en algunos márgenes cercanos a la puerta del Mar. Según el Justicia de Benissa, los enemigos iban pertrechados con 26 escaleras, 2 bombas, 2 cajones de granadas y 2 barriles de pólvora. No faltaban entre sus efectivos, artilleros y zapadores. La ermita del Calvario quedaba a la misma altura de la coronación de los lienzos de muralla, en la cara oeste del recinto, y desde este punto pretendía el francés atosigar la villa y cubrir a algunos soldados dispuestos para abrir brechas en los muros a golpe de pico.

Repicaron las campanas dando aviso del insulto enemigo. Se abrió un vivísimo fuego. Todos los baluartes calpinos se llenaron de tiradores mientras los guerrilleros guarnecidos en nuestra fortaleza salían al exterior por la puerta del Mar para enfrentarse a la fuerza sitiadora en el cuerpo a cuerpo. La tentativa francesa de incursión, horadando los muros de poniente, fue repelida por nuestra guardia.

Los cohetes facilitados por los buques ingleses para dar la alarma, habían sido retirados por algunos guerrilleros de Gata, y así se hizo necesario pedir urgente ayuda por tierra. Apercibida Altea de la situación, fuerzas de voluntarios de esta población, de Callosa, Polop y La Nucía, se dirigieron hacia Calp. Benidorm no quiso sumarse. Dos buques ingleses atracaron pronto en nuestra playa con armas y munición. Las primeras fuerzas que llegaron en nuestro auxilio fueron las de Altea, con 84 hombres. El resto lo hizo cuando el enemigo ya se hallaba en franca huida.

En el capítulo de reconocimientos, los justicias de Altea, Benissa y Calp destacan los actos de valor de algunos calpinos, vecinos honrados:

—Carlos Bertomeu, quien se descolgó de la muralla hasta el exterior para recoger un capazo de granadas, con gran riesgo de su vida.

—Vicente Orozco, quien con ocho hombres batió el flanco izquierdo del enemigo con fuego certerísimo.

—Bautista García, quien con tan sólo 17 años, «habiéndole tirado un francés a tiro de pistola, burló su certeza bajando la cabeza, y alzándose inmediatamente le disparó con tal acierto que pasándole la garganta, lo degolló como a un carnero».

—Juan Barber, Jaime y Marcos Garcelá, Pedro Boronat, Jaime Perles, Vicente Soler, Roque Avargues, Martí, los apodados «El Rollo» y «El Roig», todos ellos tiradores, que consumieron más de 250 cartuchos cada uno durante el combate.

—Francisca Malonda, de Benissa, esposa de Joaquín Montaner, quien asistió a su marido en un baluarte, aprovisionándole constantemente de munición.

El Justicia de Calp hace honrosa mención del cura de Gata por sus extendidos consuelos espirituales. Administró la extremaunción a Juan Ferrer, herido en un baluarte, quien falleció treinta minutos después.

El coste humano en este histórico enfrentamiento fue de 70 soldados muertos —entre ellos el comandante—y 135 heridos por el bando francés, y de 8 muertos y 6 heridos por el de la resistencia calpina.

Los franceses no consiguieron incursionar en nuestra villa.


NOTAS

1.- Alvarez Cañas, María Luisa. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN ALICANTE. Patronato Municipal del 5º Centenario. Alicante, 1990.

2.- Luri Prieto, José Luis, Sala Jorro, José Antonio. CALPE, TIERRA Y ALMAS, TOMO II. Ediciones Calpinas. Calpe, 2002. Pág 97.

3.- Chabás, Roque. HISTORIA DE LA CIUDAD DE DENIA. Imprenta de Pedro Botella. Denia, 1874.

4.- Cardona Ivars, Joan Joseph. HISTORIA DE PARROQUIA DE BENISSA. Benissa, 2002. Pág 52.

5.- Giner Guerri, Severino. SCH. P. HISTORIA DE MURLA.  Instituto de Cultura Juan Gil Albert. Diputación Provincial de Alicante. Alicante, 1995. Pág 406.

6.- Giner Monserrat, Juan Bautista. LA GUERRA DEL FRANCÉS EN BENISSA. Libro de Fiestas. Benissa, se desconoce el año.

7.- Palau Diego, Mosén Francisco. EL LLOBARRO, ANALES DE DENIA Y SU COMARCA. Editorial Marina Alta. Pedreguer, 1983. Pág 144.

8.- Pastor Fluixá, Jaime. LES BARONIES DE CALP, BENISSA, TEULADA I ALTEA. Ajuntament de Calp. Calpe, 2005. Pág 376.

9.- Palau Diego, Mosén Francisco. OPUS CIT. Pág 154.

10.- Ramos Vicente. CRÓNICA DE LA PROVINCIA DE ALICANTE. Diputación Provincial de Alicante. Alicante, 1979. Pág 87.

11.- Palau Diego, Mosén Francisco. OPUS CIT. Pág 164.

12.- Palau Diego, Mosén Francisco. OPUS CIT. Pág 169.

13.- Palau Diego, Mosén Francisco. OPUS CIT. Pág 169-170.

14.- García Morant, Vicente. Gavilá Perelló, Miguel. RECTORES, CENSOS Y TEMPLO PARROQUIAL DE JALÓN. Publicaciones históricas de la Parroquia de Jalón. Jalón 1981. Pág 24.

15.- Palau Diego, Mosén Francisco. OPUS CIT. Pág 170.

16.- Luri Prieto, José Luis, Sala Jorro, José Antonio. OPUS CIT. Pág 89 y siguientes.

17.- Llopis Bertomeu, Vicente. CALPE. Valencia, 1953. Pág 126.

18.- Luri Prieto, José Luis, Sala Jorro, José Antonio. CALPE, TIERRA Y ALMAS, TOMO III. Ediciones Calpinas. Calpe, 2003. Pág 58 a 61.

*Archivo Histórico Nacional, Despacho de Guerra. DIVERSOS COLECCIONES, 126,N.59

 

ACCION DE CALP

TEXTOS

Mayo de 1813

Junio id 2º Egercito Valencia

 Heroica defensa de los habitantes de Calpe

Exmo Sr. Comte. Gl. del Reyno

 En el dia 30 por la noche se me avisó qe. los Enemigos en numero de 413 Ynfantes y 22 Cavallos estaban sitiando la

Villa de Calpe, y que sus naturales, unidos con algunos de Guerrilla defendian sus murallas haciendo un vivo fuego: inmediatamte. armé 84 hombres de esta Villa y pasé Oficios á las Justicias de Callosa, Polop y la Nucía para que acudiesen al socorro con la gente armada que pudiesen; mas sin esperar á este marché al frente de los mios mandados por Dn Josef Orosco y Dn Alexandro Ripoll, y llegué á tan oportuno tiempo, que el Enemigo situado á la parte de la puerta del mar y en la Hermita de S. Salvador ponía en consternacion á sus defensores por estar amparados de unos margenes que no podían ser ofendidos de los fuegos de la villa, y por llevar ya nueve horas consecutivas de este; pero entrandoseles por el flanco izquierdo les hice desalojar de dha Hermita que domina la Villa, y situandome en ella, y en una ladera que se descubrian bien los Enemigos les hicimos tan vivo y acertado fuego que, muriendo algunos de ellos y otros muy mal heridos, tuvieron que desistir de su empresa, abandonar sus posiciones y ponerse en vergonzosa retirada. Para poder cargar los heridos en Bagages que traían á el efecto (que sin duda fueron mas de 40, pues les vide con anteojo) tuvieron qe. ampararse de las Aduanas y Almahacenes del mar, desde cuyas paredes  sostenían el fuego en el interin que los acomodaban, y luego que tubieron hecha su maniobra se marcharon con precipitacion. En el Pozo Roxo les esperaba otra Partida de las de mi mando con otras de las Guerrillas de Benisa y Xalon, y empezaron á hacerles vivo fuego en su retirada, y Yo con los míos á perseguirles, de suerte, que llegando hasta cerca de Benisa en su seguimiento, no asbian que hacerse ni por donde huir. Al salir de Benisa les emprendieron otras Guerrillas y los persiguieron hasta cerca de la Plaza de Denia, donde se encerraron con una perdida considerable. Para saber verdaderamte. el descalabro que habian sufrido mandé un Espía á dha Plaza, el que me ha traído la segura noticia de que en la primera lista han faltado 117 entre muertos y heridos, siendo de los primeros su Comte., y de los segundos los mas de gravedad.

Esta es la gloriosa y memorable accion del dia 3..º del pasado en las cercanias de Calpe, donde no puedo dexar de elogiar la firmeza, constancia y serenidad de los que la defendian; pues habiendo llegado un Granadero con un capazo de granadas por la puerta de tierra, de la que hizo dos, le mataron desde dentro, y desconlgandose por la muralla Carlos Bertomeo, por estar tapiada la puerta, las subieron por la misma, y luego á él estando el Enemigo al frente haciendole fuego; de cuyos defensores solo han resultado un muerto y cinco levemente heridos.

Tampoco debo dexar de elogiar la firmeza y serenidad de Vicente Orosco natural de esta Villa, que con solos 8 hombres les entró á los Enemigos por el costado yzquierdo hata medio tiro haciendoles fuego tan vivo y acertado, que de este sin duda tubieron la mayor perdida, y les obligó á abandonar sus posiciones.

 Tambien debo particularizar la viveza y animo de los dos Comtes. Orosco y Ripoll en animar y distribuir sus Guerrillas á las mejores posiciones de ofender al Enemigo; y principalmente la del Paysano Bautista García de edad de 17 años, que habiéndole tirado un frances á tiro de pistola burló su certeza baxando la cabeza, y alzandose inmediatamte. le disparó con tal acierto, que pasandole la garganta le degolló como a un Carnero, y quitnadole fusil, bayoneta y morrion se lo traxo.

 No debo olvidar la prontitud del auxilio de las Villas de Polop y la Nucía; pues llegaron aun á tiempo de hacer fuego al Enemigo: y las de Callosa y Finestrad que, aunque llegaron tarde, acudieron con un numeroso refuerzo y se embidiaron de no haber podido contribuir á la defensa de Calpe y ofensa del Enemigo: mas sí me es doloroso que la villa de Benidorm que se halla tan proxima, ni haya querido contribuir con su socorro, ni menos haga la menor demostracion de Patriotismo en estas ocasiones tan interesantes al bien de la Nacion.

 La Bombarda Ynglesa, que se hallaba en esta Rada, mandó inmediatamte. los Botes armados á la playa de Calpe con repuesto de cartuchos y piedras de chispa para socorrerles con un Cirujano para que si hubiese algun herido curarle; y aunque no llegaron á tiempo, no puede dexar de elogiarse su zelo y vigilancia en auxiliar la Nacion, y la bizarría de dexarles todas las moniciones y piedras de chispa que llevaba en los Botes.

 Asimismo no puedo olvidar el zelo y Patriotismo del Administrador de Rentas de esta Villa Dn Maximino Rollan que, no pudiendo contribuir personalmte. Al socorro por no poder desamparar los Caudales y papeles de la Nacion, contribuyó con el mayor entusiasmo á poner en movimiento todas las Poblaciones expidiendo los Oficios para que acudiesen al socorro: al Gl. de Vanguardia Dn Felipe Roche para que remitierse alguna tropa de auxilio: conmovió los vecinos de esta Villa praa que marchasen á la defensa: buscó armas para armarles: facilitó dinero para la marcha: remitió comestibles y agua para los defensores; y por ultimo entre este y el Vice-Consul Yngles Dn Timotheo Perez facilitaron el auxilio de los Yngleses mediando con su Comte., no obstante que no tenía Orden para ello. Y en fin Exmo. Sr. no puedo hacer desprecio de ninguno de los que me acompañaron y cmntribuyeron á tan importante servicio; porque todos á porfía procuraban la destruccion del Enemigo, habiendo traido los que acompañaron varios despojos de morriones, plumeros, casacas y otros enseres, con cinco fusiles que les he dexado á los mismos para que,en caso que intentase bolver el enemigo, que lo dudo, puedan defender la Patria con sus mismas armas.

 Dios gue. Á V.E.ms.as. Altea 3 de Junio de 1813=

 Por el Sor.Alde.1º constl. y (…)

  Gaspar Morales

 

OTRO

 Comandancia general del Reyno de Valencia

 Exmo. Señor:

 Acompaño a V.E. el parte original qe. me ha dirigido la Justicia de Altea;: cuyo vecindario ha llenado los deveres de Español, como se lo he manifestado en mi contestacion dandoles las mas expresivas gracias por su heroica Resolucion; qe. si V.E. lo tiene por conveniente haré se inserte en la Gazeta para que sirva de estimulo á los Demas Pueblos del Reyno, y de satisfaccion á los qe. han contribuido al logro de tan brillante empresa, qe. asi puede llamarse atendidas las circunstancias.

 Dios gue. a V.E. ms.años. Alicante

y Junio 5 de 1813

 Exmo. Señor: José Conro. de Lavalle

 Exmo. Sor. Dn Franco. Xavier Elío, Genl. En Gefe del 2º Exto.

 

OTRO:

1813

Los franceses atacan a Calpe

El vecindario de Altea y de otros pueblos los rechazan

 

 OTRO

 2º Exercito

Mayo

Junio 1813

Acciones ocurridas en la villa de Calpe por un corto numero de Paisanos

El Sr. ministro de la Guerra remite los partes qe. le incluye el Sr. Secretario de la Governacion, de Diego Grustan, acerca de las acciones ocurridas en la Villa de Calpe en los meses de Mayo, y Junio pasados, en las qe. el enemigo fue rechazado por un corto numero de paisanos armados, causandole la perdida de 70 muertos, y 135 heridos, la nuestra fue de 4 muertos, y 6 heridos.

 (Cadiz, 6 de Julio de 813)

 Visto

(1 Agto. 813)

 

 

 

2 Replies to “La Guerra del Francés en Calp”

  1. Jefe de escuadrón Viscomti. ver les fastes de la gloire, Tomo 2, página 190.

  2. Merci bien

Deja un comentario