Imagen: www.historiadecalp.net
El camino hacia la recuperación del edificio más emblemático de Calp concluye mañana con la inauguración y puesta de largo de la Casa Nova del s. XXI. La ruta hasta alcanzar el feliz acontecimiento no ha sido fácil. Este hito visual y arquitectónico —en su día fue corral y alquería— ha atravesado por diferentes vicisitudes a lo largo de sus siglos de existencia; también durante las pasadas décadas de expansión inmobiliaria. La casona se vio envuelta en un sorprendente y dilatado pleito a mediados del s. XIX. Este proceso tendría serias consecuencias económicas para el propietario Feliu y los hermanos herederos; finalmente el trance derivó en un serio conflicto familiar que arrojaría cuantiosas pérdidas. Un suceso traumático en la época. Si las piedras hablarán… Lo haremos nosotros por ellas próximamente, tal como prometimos. En esta ocasión incidiremos sobre las circunstancias vividas en tiempos recientes y que ilustran la transformación de la antigua masía de la Casa Nova en una instalación pública rehabilitada, óptima para diferentes usos.
Con el abandono de la edificación por sus últimos aparceros entre los años 60 y 70 del pasado siglo, la masía cayó en un proceso de decadencia que culminó en su estado de ruina. Muros horadados, tapias vencidas y forjados al desnudo ponían en peligro la integridad física de los numerosos curiosos que se adentraban en ella furtivamente. En estas condiciones materiales fue vendida por los herederos de Feliu al residente alemán Branko Krolo. La escritura de compraventa se celebró en Calp, en octubre de 1984, con un precio de adquisición confesado de tres millones de pesetas. El comprador alemán, poco tiempo después, encargó al arquitecto José Enrique Huerta un proyecto para la conversión del edificio en un hotel de cinco estrellas; esta iniciativa turística, hoy tan en boga en la población, no fue finalmente acometida por la propiedad y de esta forma la construcción terminó por convertirse en un permanente testimonio pétreo de desolación.

Ante la preocupante situación, en mayo de 1992, un grupo de vecinos de Calp encabezados por el historiador Jaume Pastor Fluixà presentó escritos de petición ante el Ayuntamiento de Calp y la Dirección General del Patrimonio solicitando actuaciones urgentes en aras de la conservación y rehabilitación del edificio para su uso público. Tres años más tarde, la corporación presidida por el alcalde Javier Morató alcanzaba un acuerdo con el propietario del inmueble para su adquisición por parte del municipio. El convenio firmado entre las partes protocolizaba la transmisión de la Casa Nova a cambio de la concesión de derechos urbanísticos sobre terrenos colindantes.
En junio de 1997 y por iniciativa municipal, se redactó el «Proyecto de restauración de la Masía de la Casa Nova para escuela de hostelería y restauración». Este proyecto iba firmado por los arquitectos José Enrique Huerta y Miguel Del Rey. Además de ellos, actuaron como colaboradores Vicente Perpiñá, ingeniero industrial, y los también arquitectos Antonio Gallud, Mikel Ollokiegi y Miguel Montañana. De acuerdo a las actuaciones previstas en este instrumento, se acometieron el derribo de la estructura interior (forjados de madera), la consolidación de los muros y la realización de nuevos forjados en el cuerpo principal de la masía. Estas obras, aparentemente, fueron paralizadas por cuestiones económicas.
En octubre de 2005 se firmaba un convenio para el uso del inmueble como centro universitario. El acuerdo fue suscrito entre el alcalde de Calp, Javier Morató, la concejala de Cultura Paloma Granados, Joe Elbers y Willem Viets, presidente de la junta de gobierno de la Universidad InHolland y director de la Escuela de Economía respectivamente. El coste de la restauración de la masía y su entorno se estimaba entonces en unos tres millones de euros.
Un nuevo proyecto fue redactado en enero de 2009, en esta ocasión por el arquitecto José Enrique Huerta en solitario. Se trataba del «Proyecto de rehabilitación de la Masía de la Casa Nova para habilitación de edificio plurifuncional». Con Huerta, colaboraron en este trabajo Pepa Llorca Crespo, arquitecto técnico, Lorenzo Maestre Valdés, ingeniero industrial y Jaime Garcelá Boronat, ingeniero técnico de telecomunicaciones. El proyecto contemplaba el tratamiento de la planicie adjunta al noroeste de la edificación, que quedó concebida como espacio de uso público (anfiteatro).

Terminada la primera fase de las obras que actualmente se inauguran, su segunda fase definitiva —«Habilitación para Edificio Plurifuncional»— se realizó bajo la dirección de los servicios técnicos municipales, a la sazón, de los técnicos Alberto Mengual, arquitecto, y José González, arquitecto técnico. El proyecto original experimentó importantes cambios, tanto compositivos como de tratamiento de los distintos espacios y materiales a emplear.
Quedará a criterio del especialista, técnico o ciudadano común, la visión personal que le merezca el resultado final de estas intervenciones. Todo es opinable, por supuesto, para gustos, razones. En nuestra concepción, es crucial que los trabajos realizados en la vieja casona no hayan afectado interiormente su espíritu y carácter original: determinadas actuaciones acaban por vulgarizar los espacios y rompen sin remedio el esquema compositivo fundamental de la edificación.
Hola, quería hacerle una consulta sobre José Feliu Sala, eran antepasado nuestro y nos gustaría saber más sobre algunos detalles de su vida. ¿Cómo podría ponerme en contacto con Ud.?
Gracias
María Inmaculada Murga Feliu
Me pongo en contacto con usted en privado.