Días pasados, la prensa digital de ámbito comarcal se hacía eco del estado de abandono y atonía comercial del casco antiguo de Calp: una realidad que preocupa mucho a los calpinos y sin duda alguna debería preocupar al actual equipo de gobierno. El digital La Marina Plaza, en un artículo al respecto, señalaba:
“Fue el caso del concurso de ideas que durante la pasada legislatura, en marzo de 2013, impulsó mediante un gran aparato publicitario el gobierno del actual alcalde, el popular César Sánchez, para remodelar la escena urbana de este entorno y hacerla atractiva para los negocios. Las propuestas que se seleccionaron entonces incluían de todo: desde un globo aerostático hasta un mirador sobre la iglesia, además de muchas zonas verdes y peatonales e incluso el rediseño de calles. En febrero de 2014 hasta se eligió un proyecto ganador. Pero a pesar de la notable cantidad de dinero que invirtió el consistorio para promocionar la idea de marras, ésta sigue guardada en un cajón más de dos años después”.
Reproducimos un artículo de nuestra firma sobre el asunto, publicado el 14 de febrero de 2014, pocas horas después de anunciado el proyecto ganador del concurso:
“CALP: OBSERVATORIO URBANO−OBSERVATORIO HUMANO
En el año 2003, José Antonio Sala y servidor, con la colaboración de Andrés Ortolá, publicamos el segundo tomo de “Calpe, tierra y almas”. Este extenso trabajo, desarrollado sin ayuda oficial alguna, tenía por vocación dar a conocer aspectos novedosos de nuestro pasado histórico. De aquel volumen destacó especialmente la sección inédita relativa a las fortificaciones y murallas del Calp del siglo XVIII. La publicación de la acometida definitiva de estas obras, con las noticias de sus detalles finales, planos y memoria provenientes del Archivo General de Simancas, permitieron la reconstrucción documentada de los trazados del lienzo de la ciudadela dieciochesca sobre el plano del casco antiguo actual. [Una década más tarde, hemos tenido el honor ver nuestro trabajo íntegramente plagiado por un arqueólogo medievalista en su tesis doctoral, entre otras publicaciones].
Los contenidos de carácter histórico que ofrecimos en aquel tomo han sido utilizados por los distintos equipos que han optado al concurso de ideas promovido por el gobierno local que encabeza César Sánchez. La opinión de quien suscribe, por lo tanto, es sólida y se halla fundamentada en el conocimiento y en una devoción activa y demostrable en pro de los intereses materiales e inmateriales de Calp.
Este concurso de ideas, del que conocemos su equipo ganador por cuestión de horas, ha recibido una fría acogida general por parte de la mayoría de los calpinos. No han faltado las presiones a personas y asociaciones, la inducción al voto en el concurso llevando a la gente de la oreja, para así evitar que la escasa participación ciudadana pudiese empañar los efectos mediáticos de las ocurrencias y campañas propagandísticas del actual máximo responsable del ayuntamiento. Desgraciadamente, el escrutinio final, fruto del gusto y decisión de algo más de cuatro centenares de votantes, ha venido a justificar el oneroso premio a una propuesta cuyo punto fuerte es la construcción de un “observatorio urbano” −un mirador− sobre la azotea de la actual iglesia parroquial, en pleno corazón del Calp antiguo.
Históricamente, nuestro pueblo ha sido víctima de las mayores agresiones urbanísticas. El desarrollo urbano de inicios de la década de los setenta del pasado siglo consagró una filosofía de alturas de edificación y densa ocupación del espacio que terminó por bloquear las hermosas vistas que podían disfrutarse desde la atalaya natural de la villa. Quizá la aberración en su máxima expresión fue la edificación de la actual iglesia parroquial en la plaza de la Villa: un edificio voluminoso, carente de perspectiva, que todavía ocupa gran parte del más viejo y representativo solar calpino. Un edificio sin carácter, enfoscado de un vulgar cemento que oculta una fábrica de piedra vista algo más noble.
Un edificio que es de PROPIEDAD MUNICIPAL, no eclesiástica y que, por lo tanto, pertenece al pueblo de Calp.
Somos pocos lo que en su momento opinamos que Calp necesitaba una iglesia parroquial nueva, fuera del casco viejo, en lugar más apropiado y accesible. Y que el gran proyecto para el casco antiguo sería la liberación de toda el área ocupada de la plaza de la Villa y la recuperación de la fachada íntegra de la antigua iglesia medieval de Calp. Un lugar histórico emblemático, una Plaza Mayor de veras, [así lo fue durante seis siglos con algunas construcciones] que además podría disfrutar de accesos abiertos hacia la plaza Miguel Roselló y calle del Trinquet. Una plaza de la Villa que contaría con un área libre total de unos dos mil metros cuadrados y que sin duda podría convertirse en centro neurálgico de una atractiva ciudadela.
Quizá no sea el momento más oportuno para encarar este proyecto dadas las dificultades económicas que vivimos. Pero no creemos que resulte muy apropiado como reclamo turístico que nuestros visitantes puedan zascandilear libremente por la azotea de una iglesia. Todo es opinable, por supuesto. Nuestro sentir es que Calp ha tenido en general muy mala suerte con sus máximos responsables públicos; lamentablemente ellos, los políticos, no son otra cosa que el fiel reflejo humano de una sociedad”.
José Luis Luri