Benissa-Calp 1900: Sectores económicos (1)

La situación geográfica de vecindad de las poblaciones de Calp y Benissa revela que sus habitadores mantuvieron históricamente una relación cotidiana.  Las causas principales de esta realidad se fundamentaron en los vínculos sociales impuestos por la tenencia de la propiedad de la tierra y la conveniente proximidad de esta última población como centro económico de mayor importancia. Nos encontramos, como ya hemos documentado en otros artículos, ante un marco social de desigualdad patente. Si las mejores fincas rústicas de Benissa, por extensión y calidad, se hallaban en manos de la oligarquía terrateniente local, las principales explotaciones calpinas también se encontraban bajo titularidad de los mismos ricos hacendados. Por otra parte, los vecinos de Calp se vieron obligados habitualmente a acudir a la población benissera con el fin de adquirir determinados bienes y servicios inexistentes en la suya.

La Villa de Calp en los estertores del Siglo XIX se descubre encaramada a un pequeño cerro, con su vista puesta en los verdes llanos, los montes abancalados y su fondo de mar azul. Si en tiempos remotos el Castillo de Calp había abarcado un amplio territorio que abrazaba tres términos municipales, la partición y segregación de los mismos propició nuevos márgenes físicos que condicionaron el devenir histórico de este rincón mediterráneo. Los rasgos morfológicos del terreno incidieron de forma determinante en los usos y vida cotidiana de sus habitadores: así podemos distinguir una tendencia secular de incomunicación hacia las poblaciones del sur, motivada por el aislamiento físico e incluso psicológico que suponía la barrera pétrea de las estribaciones de la sierra de Bernia con su paso accidentado y tortuoso por el Collado de Calp o Mascarat hacia Altea.

Sólo en el último tercio del XIX se superó finalmente este condicionamiento con la apertura de túneles y el nuevo trazado de la carretera de Alicante a Silla. Por este motivo, son mucho más importantes los lazos que unen a Calp con la villa de Benissa, aunque no sólo por una mera cuestión de vecindad, sino por los referidos aspectos económicos y humanos en los que vamos profundizando.

Durante el s. XIX, ambos pueblos experimentan un crecimiento demográfico importante y un fenómeno migratorio muy significativo que repoblará el campo calpino con el establecimiento de familias labradoras benisseras en su entorno. Entre 1828 y 1900, Calp presenta un crecimiento de población del 51,8%, pasando de 1.591 a 2.415 habitantes. En el caso de Benissa, para el mismo período, el incremento es del 41,8%: de 4.020 a 5.700 habitantes. Los datos socioeconómicos relativos a 1828 son atractivos y relevantes, pues se centran en un momento histórico que concluyó con la caída del Antiguo Régimen tras el breve período constitucionalista liberal.

En 1828, ambas poblaciones presentan una población activa dedicada mayoritariamente al sector primario. En el caso benissero, la nómina de labradores, jornaleros y pastores ocupa al 95,5% de esta población; los oficios, derivados de la construcción o artesanales, apenas al 2,75%. Calp muestra un sector primario preponderante que ocupa al 90,30% de su población activa. El número de trabajadores del campo de Calp triplica al de marineros. Sólo encontramos dos oficios en el sector secundario, un herrero y un carpintero. El sector terciario de Calp es significativamente amplio en términos comparativos (9,30% del total),y en él destaca la presencia estadística de buen número de militares, dedicados a la guardia de la costa, criados y estudiantes. Profundizaremos en estos aspectos de gran interés en su momento.

Durante el resto del siglo, Benissa observará una señalada expansión de su sector secundario, en especial en el segmento de los oficios relativos a la construcción que, deducimos, constituiría un cuerpo profesional especializado que también prestaría servicios en la población calpina. En 1858, el alcalde de Calp certifica la no existencia de albañiles y agrimensores en el término municipal.

 

Benissa, 1900: el Convento y el seguero de los Feliu desde Casa Feliu. fuente: www.infobenissa.cat
Benissa, hacia 1900: el Convento y el sequero de los Feliu desde Casa Feliu. fuente: www.infobenissa.cat

 

La sociedad benissera  presenta a principios del siglo XX  unas capas bien diferenciadas:

1.- La oligarquía terrateniente: representada por cuatro familias hacendadas que controlan los medios de producción y ostentan el poder político municipal. Proceden de los antiguos linajes comarcales y su influencia es decisiva en la vida cotidiana local. Su vasto patrimonio rústico ha sido mantenido y engrosado durante generaciones por medio de la férrea costumbre de la indivisibilidad de la herencia y la política de enlaces matrimoniales entre clanes.

2.- Los propietarios labradores, arrendatarios y aparceros, comerciantes, profesionales e industriales, sin olvido de los representantes del estado eclesiástico regular: abarcan un sector minoritario y gozan de una situación relativamente independiente de la clase acomodada. Los labradores subsisten en una economía doméstica de autoconsumo destinando al trueque sus excedentes de producción. Los oficios del calzado, artesanales y los afines al sector de la construcción constituyen la humilde clase media que simultanea sus industrias con las pequeñas explotaciones agrícolas familiares. Los profesionales liberales y funcionarios completan esta capa: abogados, notarios, médicos, farmacéuticos, etc.

3.- Los jornaleros, quienes sobreviven en condiciones miserables y se ven obligados a emigrar temporalmente a poblaciones cercanas para asegurarse unos ingresos en determinadas épocas del año.

 

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Calp, hacia 1900: vista desde la Ermita del Salvador. Fuente; www.infobenissa.cat

 

La sociedad calpina ofrece algunos aspectos diferenciadores en sus estratos sociales:

1.- Los pequeños propietarios, aparceros y arrendatarios, profesionales e industriales: sector reducido que vive de explotaciones agrícolas minifundistas y de oficios afines a la construcción y a la pesca que alternan con las labores propias del campo.

2.- Los jornaleros y hombres de la mar: quienes conforman las clases más humildes y sobreviven en situación azarosa.

 

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El estudio de los sectores económicos de Benissa y Calpe en el año 1900, a partir de los listados de electores de ese año, nos introduce en la realidad económica de una sociedad en la que el 85-92% de la misma se encuentra ocupada, y no siempre activamente, en el sector primario. En el caso calpino el 65% de los vecinos cabeza de familia se dedican a las faenas del campo y un 25% a las tareas de la mar. En ambos casos, el fenómeno de la emigración se halla presente, en especial por los flujos de mano de obra hacia el norte de África.

De todos los vecinos censados, un 36% son jornaleros que no labran tierras propias, 191 individuos que cuentan con una edad media de 38 años. El promedio de edad de los labradores es decir, los que trabajan sus propias fincas, es de 52 años. Estos datos indican que en muchas familias los hijos laboran los predios de la casa familiar a la vez que son contratados para trabajos eventuales en otras heredades, recayendo la titularidad de las fincas domésticas y su uso bajo el padre.

Los hombres de la mar, en número de 140, cuentan con una edad media de 45 años, indicador que justifica que a la dedicación marinera se suman individuos de todas las edades.

El caso de Benissa es mucho más desalentador en cuanto a los cabezas de familia empleados como jornaleros. Un 71% del censo malvive en condiciones precarias y se ve en la obligación de emigrar a poblaciones vecinas para realizar faenas eventuales, pues los contratos cubren determinadas épocas del año en las cuales abunda la oferta de mano de obra. Algunos de ellos trabajan eventualmente en tierras calpinas.

La dedicación profesional va ligada a la propiedad de la tierra y a la tradición familiar, por lo que podríamos hablar de familias campesinas y marineras. Desglosando por apellidos podemos elaborar el siguiente cuadro para el caso de Calp:

 

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Como ya vimos al estudiar las viviendas calpinas del siglo XIX, las familias eminentemente labradoras viven permanentemente en el campo, y así lo atestiguan los datos electorales que facilitamos: los Tur, Bañuls, Sala, Pastor, Ivars, Cabrera, Ausina, Bordes, etc… pueblan los núcleos rurales de la Cometa, Corralets y el Barranc Salat; y en 1900 reúnen a más de la mitad de los hombres del campo en las fincas que en su momento analizamos.

El sector secundario apenas supera un 5% del total de los cabezas electores, en menor proporción que la población de Benissa que, por otra parte, ofrece una mayor variedad de oficios y profesiones, destacando el sector de la construcción, el mueble, carpintería y calzado. Este grupo de pequeños industriales se encuentran muy ligados a la actividad edificadora y a la trajinería, y estas a su vez a los avatares de la economía agraria.

En Calp, el sector de la construcción es muy reducido y la dedicación al oficio se hereda por tradición familiar. Apenas dos familias de albañiles componen la nómina, pensamos que suficiente para cubrir las necesidades de la demanda local ante su lenta expansión urbana. La carpintería se centra principalmente en la construcción de embarcaciones, a lo que se dedican los miembros de la familia Montaner, carpinteros de ribera. La tejera de Amorós sirve pedidos a la población de Altea y Benissa y satisface las escasas necesidades de nuestra población.

Finalmente, del sector terciario destacamos a los cargos municipales y  eclesiásticos, y por otra parte a un corto número de vecinos que constituyen la clase pasiva local. Normalmente estos miembros conforman un pequeño grupo acomodado que se mantiene de las rentas producidas por la explotación de sus tierras, entre otras fuentes de ingresos. Algunas humildes profesiones del sector servicios completan la nómina.

En estos principios del siglo XX, la vida de ambas poblaciones se presenta con toda dureza por las dificultades generales. La amenaza de la plaga de la filoxera se halla a la vuelta del camino.  Las corporaciones calpinas de estos años mostrarán un celo especial por la mejora material de las infraestructuras urbanas. Estas mejoras se realizan lentamente dados los humildes recursos de la administración consistorial. Durante el año se inicia la recomposición de las farolas y lámparas públicas, el empedrado de calles y encintado de aceras. A principios de este siglo, la casa consistorial se halla en ruinas, por lo que el ayuntamiento se ve obligado a alquilar una vivienda adyacente para poder abrir dependencias.

La prensa liberal benissera, crítica y beligerante ante el estado social que sufre el municipio, recoge los clamores populares de una voz ahogada por el caciquismo:

«… Aquí no tenemos fuentes públicas… administración de correos… no tenemos telégrafo, pasando los hilos sobre los tejados del pueblo… no tenemos lavaderos públicos en buenas condiciones… no tenemos un reloj público que señale las horas… no tenemos caminos vecinales… no tenemos paseos y arbolados públicos… no tenemos en la iglesia parroquial un campanario…: porque los ricos no han querido».

 «Si los pobres tienen que dejar a sus familias y marcharse al África o la ribera del Júcar para ganar un jornal, teniendo los ricos más de la mitad del término municipal inculto, ¿en qué razón, con qué derecho, con que fuerza moral pretenden que enmudezcamos, asistiendo a su reprobada actitud para con el proletariado por ellos olvidado?»

2 respuestas a “Benissa-Calp 1900: Sectores económicos (1)”

  1. Muchas gracias por dejarme usar el material tan estupendo que tienes.
    Un saludo

  2. Muchas gracias por este artículo! Muy instructivo!!

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