Otro Calp es posible: razón, justicia y solidaridad

OPINIÓN

La concentración del pasado domingo en Calp, promovida por la plataforma cívica «Otro Calp es posible», ha dejado en evidencia al alcalde César Sánchez y a su actual equipo de gobierno. Si ya resultaron ridículos sus argumentos para negar el derecho de reunión de los convocantes en la plaza Colón de Calp, la burda iniciativa de filtrar a la prensa una localización alternativa para el acto —sin comunicar esta decisión a los interesados — alcanza proporciones épicas de chusca estupidez. El acto se celebró. Claro. Miedo a qué.

Cuando uno saca a relucir al totalitario que lleva dentro, debe hacerlo con rotundidad. Para el franquito de turno, contar con razones legales o morales es lo de menos, si no las tiene se las busca, pero la ciudadanía es cada día más consciente de lo que acontece y está hasta el colmo de tolerar su indefensión. La concentración del domingo se celebró finalmente donde debía celebrarse, en el lugar de su convocatoria, y fue un éxito en cuanto a la afluencia de público y el espíritu de los participantes.

Son legión, gran mayoría, los ciudadanos y ciudadanas que han entendido ya que el progreso y bienestar social de Calp debe buscar nuevos equilibrios más allá de cantos de sirena. Esto no significa que como localidad abierta debamos renunciar a la explotación de nuestros atractivos turísticos e ir en contra de nuestros propios recursos económicos.

Otro Calp es posible: una iniciativa ciudadana impulsada por las asociaciones ACEC y Roger de Llùria, con el respaldo de los grupos políticos PSOE, Compromís y Ciudadanos.

Durante los últimos lustros y coincidiendo con los años de gobierno del Partido Popular, Calp ha experimentado un crecimiento arrollador que ha introducido cambios drásticos en la realidad física, económica y social del municipio. En su realidad física, decimos, porque la expansión urbana desmesurada se ha verificado a través del gran consumo de espacio territorial que en el caso de Calp es muy limitado. Nuestro término es de pequeña extensión, soporta una densidad de población que triplica la del resto de los municipios turísticos cercanos y, además, dispone de un mínimo umbral de expansión urbana en excedente.

Estamos abocados a poner límites al crecimiento, buscando fórmulas que concilien los derechos adquiridos de los propietarios de suelo urbano con el interés general. Y, por supuesto, debemos deshacernos de todos los instrumentos urbanísticos que permitan interpretaciones torticeras de la ley en aras de abusos encubiertos. En este punto, los listos de turno tendrán que ir haciéndose a la idea de que sus murgas de prosperidad y empleos del tío Tom de poco han de servirles para meter la mano en bolsillo ajeno.

César Sánchez y sus escoltas serán siempre fieles a quien los puso y les dio de comer: nosotros, muchos calpinos y calpinas —y cada día más— seremos únicamente fieles a los principios que impartan razón, justicia y solidaridad.

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